8 may 2012

MONTE CAMERÚN

Así, sin darme cuenta, llevo varias semanas sin escribir nada por aquí. Y hay mucho que contar, y todo bueno. 

Vamos por partes. Empiezo por la excursión al Monte Camerún. Lo de "monte" no sé de dónde lo han sacado, porque estamos hablando de una montaña de tres pares. Uno se espera encontrarse con un largo paseo, de esos que te dejan las piernas doloridas. Más o menos como puede ser la ruta del Cares o alguna similar por Picos de Europa o Pirineos. Pues como dijo el filósofo madrileño, "y una polla como un cuello". 

Empezando por las cuestiones más prácticas, decir que se sube al montecito de marras desde Buea, ciudad a la que se llega en coche o bus desde el Rond Point Deido de Douala. El precio del trayecto oscila entre 1.300 y 2.500 FCFA. Una vez llegas a Buea, lo mejor es cogerse otro taxi hasta la oficina de Eco Tourism, cuesta 200 FCFA, menos de 50 céntimos de euro, y te ahorras una caminata de más de una hora cuesta arriba. 

El servicio en las oficinas es bastante bueno, y te ofrecen opciones de acuerdo con tu presupuesto. Nosotros pagamos entre dos personas 55.000 FCFA (unos 80 €) por la entrada al parque, servicio de guía y porteador, y alquiler de saco, esterilla y bastones. El uso de guía es obligatorio, y yo no recomendaría a nadie subir sólo, ya que el recorrido se hace duro en algunos ratos y el camino no es del todo fácil. El día antes de salir vas al mercado con alguien de la organización y te recomiendan qué comida comprar para los dos días que te quedan por delante, y ahí, aunque te parezca que compran mucha comida, decid que sí a todo, que la caminata abre el hambre que da gusto. Por favor, no hagáis como nosotros y desayunad fuerte.

La vista era bonita, qué pena de nubes.
 El recorrido se divide en varios tramos separados por una serie de refugios. Hasta el primero de ellos, todo transcurre como una ruta por la selva, dura a tramos pero tampoco salvaje. Esta parte nos llevó unas dos horas. Al llegar a la cabaña te encuentras con unas simpáticas avispas y un grupo de evangelistas africanos que rezan en un trance que da tanto miedo como risa.

Luego quedan otras cuatro horas de marcha, con una parada entre medias. Estos dos tramos siguientes son lo más duro de toda la montaña. Un recorrido encrespado, con arena volcánica bastante resbaladiza. Sólo puedo decir que sufrí bastante, llegando a pararme cada diez pasos para apoyarme en el bastón. No voy a ir de gallito diciendo que no fue para tanto, lo pasé fatal. Hubo momentos en los que pensé en darme la vuelta, me sentí como un auténtico imbécil por haberme metido en este berenjenal. 

Así llegue al campamento II, con esta cara de susto.
Verónica, la doctora sobre la que versará la próxima entrada, me maldijo varias veces por haberla convencido para subir conmigo. De verdad, no estamos hablando de seis horas de monte de las que dejan agujetas, sino de una ruta bastante matadora, con tramos muy, pero que muy duros.

En todo momento agradeces enormemente la presencia del guía y del porteador, ya que las autoridades obligan a llevar tres litros de agua por persona y día, es decir, que si vas sólo cargas con un mínimo de seis kilos más la comida de dos días.

En nuestro caso, contamos con Daniel, un guía muy majete y profesional que conocía muy bien la montaña. El tío se la sube dos veces por semana, algo que a mí me parece sobrehumano.

La Vero y yo, con la necedad que caracteriza a los blancos, pensamos que podríamos llegar a la cima, pero aquí es donde volvemos a citar al filósofo madrileño. A mitad de camino vimos claro que lo mejor era quedarse en el segundo refugio, como nos habían recomendado. La mejor opción es pasar tres días en el monte. En el primero llegas hasta la segunda cabaña, al día siguiente haces cima y empiezas a bajar por la otra cara y pasas una segunda noche a mitad del descenso.

Resumiendo, después de pasar la noche en un refugio acompañados por un ratón y un finlandés un tanto peculiar, desayunamos un pollo al curry con pasta y volvimos a Buea. El descenso es probablemente más duro que la subida. Sólo hay una ventaja, que en ningún momento te planteas lo de darte la vuelta. Es obvio que no vas a quedarte a vivir ahí arriba, sería bastante absurdo, así que sigues bajando.

Vero con Daniel, nuestro guía.
 Y llegas con unos andares que ni Fraga en sus peores tiempos. Y tu compañera de viaje se parte de risa de ti, que no contigo. Y te duele hasta el alma. Y te ves harto de caminar. Y te duele. Y te sale una ampolla en la mano de apoyarte en el bastón. Y te duele. Y no ves el final del camino. Y te duele. Y tu compañera de viaje roza el coma de la risa. Y te duele hasta el alma.

Pero de repente llegas a las oficinas de Eco Turismo, te comes dos plátanos y te duchas con un cubo de agua fría. Y después de la ducha te das cuenta de que ahí estás, en pelotas, achicando agua con una racleta de goma para que se vaya toda por un desagüe que da directamente a la calle. Y lo mejor de todo es que te encuentras más a gusto que el copón bendito, no te sientes nada extraño a pesar de vivir una situación tan peculiar en un pueblo perdido en una montaña africana.

En noviembre volvemos, cuando pasen las lluvias.

Luego, después de un buen rato, llegas a Douala y te tomas una cervecita con Nuria, Teia y Jordi, amigos de Insol Àfrica, una ONGD que inicia en breve una escuela de enfermería en Kribi. Y eres tan imbécil que empiezas a planear el regreso con el tal Jordi. Pero esta vez tres días, para hacer la ruta completa.

¿Cómo era eso de tropezar dos veces con la misma piedra?






Por cierto, no puedo dejar de lado lo mejor de la excursión. Cuando estábamos a punto de llegar al refugio nos encontramos con dos evangelistas que subián equipados tan sólo con una biblia. Una vez arriba estuvieron rezando a gritos durante un rato. Cuando acabaron nos pidieron permiso para rezar por nosotros, y quién se lo iba a denegar. ¡CERRAD LOS OJOS PARA ROGAR AL SEÑOR! Agachamos la cabeza para que pasara rápido. Gritaron un rato por nosotros, rogaron para que tuviéramos un descenso seguro y se fueron con nuestras galletas de chocolate. Suponemos que llegaron a Buea sanos y salvos, porque al día siguiente no les vimos derrengados por la montaña.









2 comentarios:

Alex Gonzalez dijo...

Menuda pasada de labor que estas haciendo. Hace poco estaba hablando con Ana ( mi mujer y por la iglesia ) de colaborar con otra ong . Ahora colaboramos con medicos sin fronteras . Viendo lo que estas haciendo por ahi me he decidido colaborar , asi que luego me paso por su pagina. una abrazo

De paseo por Camerún dijo...

Muchas gracias, Alex!

La verdad es que MSF y tantas otras ONGDs de las grandes hacen una labor enorme, cada cual con sus criterios y planteamientos, pero en todo caso con una honestidad y transparencia admirables.

Por otro lado, los que estamos en proyectos más pqueños, tenemos menos impacto, pero también aportamos lo nuestro, dentro de las limitaciones evidentes por la diferencia de presupuestos que movemos y la menor repercusión que logramos.

La ayuda se agradece enormemente. Por ejemplo, 50 euros aquí pagan unas cuantas profusiones de quinina para enfermos de malaria.

Muchísimas gracias, espero que no os sintais decepcionado, ¡trabajamos duro para que esto siga adelante!